Publicado en El Espectador, Agosto 18 de 2016
Es común anotar que los hombres somos
más corruptos que las mujeres, pero se habla poco de que la corrupción se asocia con el machismo.
Edilberto Barreto, líder del Movimiento
Machista Colombiano (MMC), dejó clara su intención de obtener recursos fiscales
para beneficio de él y sus seguidores: pretende que el Estado se encargue de los hijos que ellos no mantienen.
Fue funcionario público, intentó ser elegido concejal y admite
que quisiera “ser la cabeza de Bienestar Familiar”; lamenta que lo dirija una mujer que, además, no es madre. “Yo al
menos me robaría la bienestarina para alimentar a mis hijos” anota con descaro.
Hace años trata de montar un “hogar de paso para el
marido infiel” que acogerá adúlteros echados de sus casas. En el refugio habrá
“niñas ligeras de ropas dándole a uno un tratamiento científico para el
guayabo”. De haber sido elegido, pensaba financiar esa obra con recursos
municipales. Barreto ilustra eventuales vínculos entre machismo y corrupción,
pero también los enredos de las organizaciones
políticas dedicadas a la defensa de intereses minoritarios.
En las comparaciones internacionales
sobre percepción de corrupción, los países más transparentes casi siempre son
los escandinavos que, simultáneamente, se destacan por unas relaciones de poder muy
equilibradas entre hombres y mujeres; en los más corruptos, los derechos de ellas son bien
precarios. El Woman
Stats Project es una base de datos sobre diferentes dimensiones de la situación
femenina en 177 países. Con las variables cuantificables construí un indicador
global de machismo para indagar si efectivamente se asocia con la corrupción, medida a partir
del índice que calcula Transparencia
Internacional.
El ejercicio revela que, por países, sí existe una correlación bastante estrecha entre las dos lacras. La causalidad
puede ir en ambas vías: personajes como Barreto buscando beneficios privados a costa del erario
o, en el otro sentido,
enriquecidos ilícitos reforzando arreglos patriarcales. Para estándares
internacionales, actualmente Colombia es más corrupta que machista, como Samuel
Moreno, o la misma Corte Constitucional: todos pasarían un examen para ser aliados del feminismo, pero algunos se rajan en transparencia.
Entre la baja discriminación contra la
mujer en países europeos y la altísima de Malí o Somalia, Colombia está más
cerca de los primeros. Tres cuartas partes de los países del mundo son más machistas que el
nuestro. En corrupción, el panorama es peor. Ante diez puntos escandinavos y
noventa y pico de Afganistán o Somalia, nuestro puntaje es superior a sesenta;
la mitad de naciones son más transparentes. Un corolario es que combatir corruptos, casi siempre
muy educados, se volvió prioritario en Colombia. Se requieren militantes
anticorrupción, por ejemplo desde el sector público. Mejor que
sean mujeres: los indicadores internacionales muestran
que la mayor igualdad de género en el empleo estatal se asocia con un aumento
significativo de la transparencia. Las piedras en el zapato de Barreto son precisamente las jueces de familia que no puede seducir,
ni sobornar.
Una cruzada pendiente es contra el
matrimonio precoz, problema
persistente en
Colombia en el que, comparados con el resto del mundo, estamos mal, muy mal. Además de graves secuelas sobre la
situación femenina en el hogar, el sistema educativo y el mercado laboral, las uniones tempranas parecen
afectar la transparencia.
Una conjetura sobre esa asociación es que una joven o niña casada con un hombre mayor no
ofrece contrapeso para decisiones unilaterales del esposo, que actúa sin
restricciones, en el hogar y otros entornos. Cabe recordar que los primeros pasos hacia el
desarrollo de instituciones democráticas se dieron en Europa del norte donde, desde el medioevo, las campesinas se casaban a una edad similar a la de las universitarias
colombianas de hoy. Otra posible explicación es que los matrimonio jóvenes
reflejan el poder de los clanes familiares que,
con la alta natalidad, también muestran un impacto perverso sobre la corrupción. En esa dimensión,
la posición de Colombia encaja en el patrón internacional y sugiere que es factible
mejorar la transparencia atacando factores culturales y demográficos que afectan
la estructura familiar, por ejemplo con el fortalecimiento de la educación femenina.
Edilberto Barreto y sus seguidores
muestran los
riesgos del activismo de minorías con autoridades sobornables. No es lo mismo
militar en Dinamarca que en Cundinamarca, Casanare o cualquier departamento de Colombia en dónde, qué
vergüenza, se aplaude a un funcionario o magistrado progresista aunque sea deshonesto. Con
corrupción rampante, se puede temer que los bárbaros del
MMC seguirán buscando subvención estatal para su irresponsabilidad. Podrían, por ejemplo, ganar tutelazos atendiendo con cariño jueces enguayabados en el refugio para mujeriegos, que ya está casi listo.
Barbosa, Francisco (2015). “¿En favor de la democracia?”. El Tiempo, Feb 16
Nossa Nidia Yaneth (2000). “Beto , un Macho para la Política”. El Tiempo, Oct 9
K&K (2011). “El fundador del Movimiento Machista”. KienyKe, Agosto 16
Los Informantes (2016). “Conozca a Edilberto Barreto, el hombre detrás del Movimiento Machista Nacional”. El Espectador, Jul 25
Posada, Margarita (2016). "Seducir a una mujer es como preparar un caballo". Vice, Marzo 7